El mandato del cielo cambia de manos una semana de noviembre
I. Durante milenios la legitimidad de los reyes y emperadores chinos se sostuvo sobre la idea del “Mandato del Cielo”. Los buenos gobernantes eran poseedores de ese mandato, y su gobierno era justo. Un gobierno muy despótico e incompetente, incluso una serie de calamidades naturales, serían señal inequívoca de que el emperador había perdido el Mandato del Cielo. El cambio estaba justificado. La rebelión estaba justificada. No cabe duda de que un concepto tan ambiguo se utilizaba como coartada de voluntades muy terrenales. Tampoco cabe duda de que una confluencia muy abultada de crisis y tumultos se leería como auspicio de un cambio próximo.
II. El 7 de noviembre de 2022 el mercado de predicciones augura con altísima probabilidad que los Republicanos recuperarán el Senado y la Cámara de Representantes en los EEUU. Sería el fin a nivel legislativo de la presidencia Biden. Casi todas las encuestas están de acuerdo. El partido en el poder siempre sufre en las elecciones de medio término y la inflación sigue fuera de control. Los trumpistas están enfervorecidos. Nadie hizo caso a Larry Summers, y ahora se pagará el precio de sobreestimular la economía.
En algún momento de la noche del 8 de noviembre queda claro que todo el mundo se ha equivocado. No habrá tsunami rojo. En algunos estados se cuentan los votos con lentitud imposible, pero el 12 de noviembre ya parece seguro que los Demócratas mantendrán el Senado. Si pierden la Cámara de Representantes será por la mínima. Quizás puedan convencer a algún Republicano moderado (quedan unos pocos, en peligro de extinción, como los linces) de que les apoye puntualmente. Las exit polls dicen que son los menores de 45 años los que han salvado los muebles. Los menores de 30 años han apoyado a los Demócratas por un margen de 28 puntos. La democracia, los derechos reproductivos, el clima y las políticas económicas redistributivas estaban en juego. Así que fueron a votar. Se suponía que estas cosas ya no pasaban.
III. El 25 de abril de 2022 Sam Bankman-Fried, el CEO de FTX, explica en Odd Lots el secreto de su éxito como gran magnate del mundo de las criptomonedas: este negocio es como una caja que produce “tokens”. La gente introduce dinero, y ven que las ganancias son muy generosas. Así que introducen todavía más dinero, y obtienen ganancias todavía mayores. Todo el mundo gana, hasta el infinito. Se hace un silencio como de media hora, hasta que Matt Levine contesta: acabas de decirnos que estás en el negocio de los esquemas Ponzi, y que el negocio va muy bien.
El 11 de noviembre de 2022 Sam Bankman-Fried dimite como CEO de FTX. Sus empresas declaran la bancarrota. Admite que hay un agujero de “entre 10.000 y 50.000 millones de dólares”, un margen de error muy saludable. En cuestión días ha pasado de caballero blanco del mundo cripto, milmillonario sobre el papel, a paria endeudado con un mal corte de pelo. Con su empresa muere la última oportunidad del mundo cripto de integrarse en el mundo financiero mainstream. Se ha roto el hechizo, vuelven a ser un montón de frikis jugando en casinos digitales.
IV. El 26 de octubre de 2022 Elon Musk entra en las oficinas centrales de Twitter en San Francisco con una pileta de baño en los brazos. “Let that sink in”, una broma difícil de traducir que no merece ser traducida. Dos días después será el dueño legal de la empresa después de verse obligado a cumplir su promesa de gastar $44 mil millones en la compra. Ha intentado evitarlo durante meses, pero ahora sostiene que lo hace de forma entusiasta para defender la libertad de expresión. Una broma muy cara.
El 9 de noviembre de 2022 Twitter activa el servicio de verificación por pago ($8 al mes), que otorga un “blue check” indistiguible del que durante años lucían personas, organismos y empresas reconocidos por Twitter como legítimos o importantes. En las siguientes 48h centenares de cuentas se hacen pasar por empresas de todo tipo, causando pérdidas milmillonarias en bolsa después de hacer anuncios inverosímiles. El 11 de noviembre se retira el nuevo servicio de verificación. Musk ha despedido a más de la mitad de la plantilla. Los anunciantes le abandonan en estampida. La Comisión Federal de Comercio le investiga por actividades ilegales. Las acciones de Tesla han caído un 50% el último año, un 10% el último mes. El año que viene tendrá que pagar más de mil millones solo en intereses. La gente se ríe con la broma, pero no de la manera que Musk esperaba.
V. El 29 de diciembre de 2021 Isabella Weber sugiere en The Guardian que los gobiernos pueden intervenir para apaciguar la casa en llamas de la inflación galopante. La invasión de Ucrania todavía no ha ocurrido, pero los shocks constantes de las cadenas de suministros disparan los precios. También los beneficios, ya que la mayoría de empresas prefieren guardarse los jugosos márgenes antes que invertir en ampliaciones de capacidad productiva. Los halcones económicos piden inundar la casa ardiendo con subidas de tipo agresivas, mientras que las palomas piden esperar a que el incendio se apague solo. La historia y la razón sugieren que es posible una tercera vía, dice ella, la de arrojar agua sobre los peores focos en llamas. La reacción es inmediata y fulminante: el grueso de la profesión económica se mofa de ella. Es mujer. Joven. Dicen que ignorante. El mercado es el movimiento espontáneo de precios, ese tipo de intervención sería peor que la enfermedad que se pretende curar. Weber abandona las redes sociales durante una temporada, huyendo del acoso.
El 6 de noviembre de 2022 el gobierno alemán anuncia un gasto de 83 mil millones de euros para controlar el precio del gas natural. Acepta la recomendación de una comisión extraordinaria de la que ha formado parte Isabella Weber. Se intervendrá el mercado para garantizar el consumo básico a precios fijos, mientras que cualquier consumo adicional se hará a precios de mercado. Habrá bonificaciones por ahorro. Es un mecanismo de “precios no lineales”, un verdadero intento de comenzar a pensar la transición económica a un régimen de altísima volatilidad. El 8 de septiembre Paul Krugman ya había admitido la derrota en las páginas del New York Times: el control de precios es necesario en tiempos de guerra.
VI. Cuenta Alexander Kluge que en el otoño de 2010 Jürgen Habermas esboza un “obituario por el estado-nación”. Está traumatizado por las convulsiones de la crisis de la eurozona. Sin embargo le antepone las siguientes frases: “si da la impresión de que desaparece o se oculta una política, en su lugar surge algo nuevo. Lo político es un Fénix. Donde viven seres humanos no puede desaparecer lo político”. El obituario no marcaba el fin de la política, solo un cambio de paradigma. Las señales estaban ahí, pero todavía requerían mucha investigación. Le dice a su esposa Ute que hoy en día los filósofos deberían contratar a agencias de detectives, “igual que hacen los modernos despachos de abogados en sus demandas conjuntas”. Doce años más tarde ya no es necesaria tanta investigación. En la segunda semana de noviembre de 2022 llega con leer los periódicos.